Cuando alguien acude a una sala comercial a comprar un producto o a un profesional a buscar un servicio, siempre acude pidiendo un deseo.

Cuando alguien compra productos de cosmética pide un deseo, probablemente sentirse joven.

Cuando alguien compra un nuevo libro también lo hace pidiendo un deseo, quizá sentir nuevas emociones.

Comprender que los clientes entran a tu óptica pidiendo un deseo es una ventaja competitiva. Sentirte como el mago del cuento de la Lámpara de Aladino, es decir, sentir que tienes la facultad de hacer que algunos deseos se cumplan, es una ventaja aún mayor. Conocer cuáles son los deseos de tus clientes es una de las llaves del éxito.

Muchos deseos se pueden expresar con el verbo sentir. Cuando los clientes acuden a tu óptica no sólo desean visión, es muy probable que también deseen sentir. Es posible que deseen sentirse más jóvenes, más atractivos o más seguros mientras conducen.

En la foto puedes ver una limusina que lleva a una novia por una plaza donde se concentran tiendas de lujo.

Sin duda alguien ha dedicado mucha energía y dinero pensando en las sensaciones y sentimientos de ese día. La ocasión merece la pena. ¿Cuántas veces se casa uno en la vida?

Como aseguran en una joyería de esta plaza: algunos nunca, otros una vez y otros cada año. Según me dijeron, prefieren como clientes a estos últimos, esos incansables buscadores de deseos.