Nunca sopla buen viento para quién no sabe a qué puerto se dirige”…así acabábamos el post anterior y es justo sobre lo que me gustaría que reflexionásemos en esta nueva entrada.

Es una realidad: si no sabemos dónde queremos llegar, si no tenemos un objetivo o una meta definida previamente, difícilmente la podremos alcanzar. Y también lo es la necesidad de las ópticas de encontrar su propio camino, el que te diferencie del resto. Para conseguirlo lo recomendable es empezar por:

  • Analizar en profundidad el perfil de cliente que tienes recurriendo a tu histórico.
  • Desgranar los puntos fuertes y experiencia de tu equipo.
  • Estudiar la competencia que te rodea.

Con las respuestas a los puntos anteriores a mano, llega el siguiente paso, el momento de la reflexión…

 ¿Qué tipo de óptica quieres “ser”?

Centrándonos en el tipo de óptica que puedes elegir “ser”, puedes barajar estas tres opciones:

  • ser una óptica enfocada a la salud
  • ser una óptica enfocada a precio
  • … o ser una óptica enfocada a la moda-estética, diseño exclusivo,etc.

Elige la opción que mejor encaje contigo. Apuesta por una. Puedes incluir en tu proyecto algunas características de las otras dos, pero no debes convertirlas en tus puntos fuertes. Asumir que no es posible situarse a mitad de camino entre un tipo de negocio y otro, es lo que más suele costar. Y es que… no nos engañemos, ¡eso no funciona!

¡Listos para zarpar!

Has elegido la ruta y el puerto de destino, ya solo te queda lanzarte y entregarte a la experiencia. No siempre será fácil y seguro surgirán imprevistos, pero confía en tu profesionalidad y saber hacer y no dejes que nada te desvíe de tu objetivo.

Si tu apuesta es clara, tendrá que verse reflejada en tus procesos internos, la imagen, y demás detalles comerciales… para, además de «ser», hacerlo saber.